No me identifico como mujer,
aunque me asignaron el sexo femenino al nacer.
No sé si debo conmemorar el 8M,
pero acompaño y apoyo a todas mis amigas.
Me enorgullece que puedan sacar toda esa rabia.
Aún así, sé que no estoy exente de
vivir las violencias e injusticias que
ellas viven, porque he estado ahí.
Sé lo que significa que no te crean
y te revictimicen.
Sé el asco que se siente habitar un cuerpo,
un cuerpo tocado sin tu permiso.
Sé lo doloroso que es cuando lo hace alguien en quien confiabas.
Sé el vacío que se siente que con tal de sentir algo,
lo llenas con alcohol y cigarro,
pero sólo te haces más resistente; te vas vaciando más.
Agradezco infinitamente a mis amigas que estuvieron ahí,
aunque algunas no sabían ni supieron.
También a mis amigos, que siempre me dan esa confianza,
de que si algo me pasa, al tiro se lanzan.
Y aunque me cataloguen como mujer,
no lo soy.
Y no me cansaré de decirlo,
esa identidad ya no me pertenece.
Esa construcción se destruyó,
se destruyó caminando hacia el (auto) conocimiento.
En ese conocer, descubrí que mi identidad
no concuerda con el sistema sexo-género heteropatriarcal.
Porque no se nace mujer, se hace
y yo no me haré.