martes, 21 de septiembre de 2021

𝒱𝓊𝓁𝓃𝑒𝓇𝒶 𝓈𝒶𝓃𝑒𝓃𝓉𝓊𝓇: Los desaparecidos

 Hay ciclos intergeneracionales que, al darnos cuenta del patrón y trabajar para romperlo, son posibles de terminar. 
A veces nos toca romper muchos de estos ciclos a una sola persona, y si bien puedo llegar a pensar que es injusto, que porqué a mí, también me digo que nadie más los podría haber detectado y trabajado como yo - de algo tenía que servir toda mi ñoñez -. 
Dos de esos ciclos son: el abuso psicosexual y la desaparición forzada.
No hay fórmulas a seguir sobre cómo romper y lidiar con esto, todos los procesos son diferentes.
No hay punto de comparación entre que una desaparición sea de una persona y la otra la de un gato, son desapariciones; las coincidencias en cuanto a la situación en general son los patrones a sanar.
¿Por qué cuando alguien desaparece se deja de narrar lo que hizo, lo que fue?
Como un intento de borrarlo, que seguro es para mitigar o borrar el dolor, pero terminan eliminando a quien desapareció de la memoria y las narraciones.
A veces me pongo a pensar lo irónico que es que otras personas se preocupen más por preservar la memoria de alguien que desapareció que su propia familia.
Lo poco que sé del desaparecido que pudo ser mi tío está en un blog en internet - desaparecido el 21 de septiembre de 1977 a la edad de 19 años cuando repartía propaganda de la Liga Comunista 23 de septiembre - y lo complemento con el libro que tengo que leía ("Así se templó el acero"), que era gemelo y nació bajo el signo de Leo; regañaba a su mamá para que ya no tuviera más hijxs y que mi mamá quiso entrar al hospital militar para buscar información de su paradero.
De mi desaparecido puedo escribir bastantes cosas, pero esta vez quiero plasmar cómo su llegada a mi vida me ayudó a sobrellevar muchas cosas, a los meses de su llegada empecé terapia para poder ser consciente de estos ciclos que ahora destruyo, acomodo y reconstruyo.
Cuidar de otro ser vivo sin tener las ganas de vivir es de las cosas más atrevidas que he hecho, ver sus necesidades me hizo ser consciente de las mías; cuidándolo a él, aprendí a cuidarme y él aprendió a estar conmigo en ese proceso.
Fue mi guía, mi maestro, mi acompañante, mi amor incondicional y el condicionante de mi crecimiento en distintas áreas.
Loki llegó a mi vida el 18 de julio de 2013, tres años después fue esa fecha la última vez que lo vi y el 23 de julio desapareció.
Me cuento dos desenlaces:
1) Está con otra familia comiendo jamón y gelatina, a veces salmón, a salvo de la lluvia y los truenos, que no le gustan nada.
2) Está con el que pudo ser mi tío contándole sobre su hermana, sobre uno de sus hermanos que no conoció, le platica cómo son, qué hacen, qué piensan, cómo piensan, qué transmiten y que no, cómo sienten. Además, le cuenta cómo han cambiado las cosas. 
Nuestros desaparecidos nunca desaparecen, los hacemos desaparecer al enterrarlos en nuestras memorias y no volverlos a nombrar.