domingo, 24 de enero de 2021

El amigo que se va

 A quien modificó la vivencia de la amistad y del vivir

Me escribe en uno de tantos libros regalados:

"Quien siempre deja ver 

el sentido poético 

de la amistad"


Haré una vez más el honor

como despedida temporal

para mitigar el dolor

y transmitir el amor.


Agradeciéndole por enseñarme

a disfrutar de la vida,

a seguir siendo paciente

para que la gente correcta llegue.


Por darme la confianza

para al pasado soltar y abrazar,

para poder conocerlo a profundidad.


Aunque bastante fácil es de leer

como de comprender.

Y además, de entender

que la sencillez rige su vivir.


Sus ojos debes ver 

para el vacío (re)conocer.

Reconocer(me) a través de él,

de las lecciones más dolorosas e inefables.


Agradecide estoy por tenerle

y en esta realidad conocerle. 


Una parte de mí siempre será.

No importa la distancia

ni las estaciones

o las ocupaciones.


Por su paciencia y empatía

inconmensurables,

dos tatuajes, un collar,

siete libros, una pintura,

cuatro vinilos, una pluma.

Unos miles de recuerdos, 

y de alcoholes,

un par de cientos de días 

y de noches, 

de canciones y pláticas, lo recordaré.


Lo recordaré como el mejor amigo,

el que siempre quise tener 

y llegó, me escuchó, me apoyó,

me aceptó, me acompañó,

y me ayudó.


Me ayudó a recuperar mi brillo,

a disfrutar el presente,

a re-enamorarme de la vida,

a re-enamorarme de Morelia.

viernes, 8 de enero de 2021

月を解放ています、再び 「Soltando la luna, de nuevo」

 Te dediqué mi última sesión de terapia

2/3 del tiempo averiguando qué había hecho mal,

pero en cuanto me soltaron la pregunta:

¿Qué aporta en tu vida esa persona?


Sin titubear ni pensar más de 5 segundos dije:

Nada

Ahí, lo entendí todo.


Salieron lágrimas de mis ojos, no lo negaré

Mas sentí orgullo de haberme liberado de esas cuatro letras,

que aunque son pocas, pesan y mucho. 


Esas cuatro letras sostenían varias noches memorables,

el cariño por medio de abrazos y tiempo dedicado, 

en salidas y viajes,

las veces que lloramos y nos sostuvimos.


Pero cuatro letras ya no podían mantener el peso,

el peso de tus exigencias a costa de mis tiempos,

tu egoísmo disfrazado de empatía,

ni de tus honestas cuchipalabras. 


Te amé y amo demasiado, 

pero me amo más a mí.

Agradezco al universo la lección que me dio contigo 

y todos los aprendizajes que obtuve de ti. 


No me duele perderte, porque no te pierdo.

Duele más sostener la costumbre, 

que retirarme con el amor que me queda hacia ti

y las memorias construidas.