– ¿Qué debería aprender? ¿A enamorarme? Si de por sí todo sale mal, imagínate añadiéndole amor... – contesté mientras prendía un cigarro, supuestamente había dejado de fumar, pero es lo único que me mantiene alineade a mis creencias. – Además, no por culpar a alguien, pero admitan que es parte de su plan maestro.
– Bueno... – contestó una voz a la lejanía –. Jezbeth, elle tiene razón. Le hemos echo pasar por todos esos malestares y para qué. Los instantes de felicidad no serán nada en comparación con todo el dolor y angustia.
Jezbeth termina de preparar los vasos, me pasa uno a mí y el otro se lo queda. Naamah se sienta sobre mis piernas y se sostiene con sus brazos rodeándome el cuello.
– ¿Para qué? Justo para que pueda ser capaz de vivir sin ninguno de nosotros - contesta Jezbeth.
– Nosotras, ustedes son menos - le corrige Naamah.
– Sí, nosotras - corrige Jezbeth mientras toma un sorbo.
Afuera comienza a llover y no puedo evitar recordar a Ame y a Sheol, quienes me cuidaron y me protegieron durante tantos años. ¿Dónde están cuando más las necesito? ¿De verdad las necesito? Jezbeth se me queda viendo fijamente, creo que sabe lo que estoy pensando.
– No te preocupes, aparecerán eventualmente.
– Sé que lo harán, creo que Sheol estuvo hoy, fue por la bicicleta. Sé que puedo vivir sin ustedes, lo he hecho un par de años. Los más difíciles... – me tiembla la voz, para recuperarme tomo un trago de whisky o más bien un fondo – La cosa es que no quiero que algún día no pueda acudir a ustedes y me pierda totalmente. Ya ven cómo estoy.
– Y estamos orgullosas de tus logros - dice Naamah mientras me besa la frente. Se me resbala una lágrima por la mejilla. – Sé que esas palabras quieres escucharlas emanar de otros labios.
– No solo esas, también “Te perdono” o “perdóname” – pero es más lágrima de felicidad y lo saben, pienso. – Me encantaría presentarles a mis nuevos amigos - cambio de tema mientras le doy un par de caladas a mi cigarro.
– Vemos - contestaron al unísono, yo solo reí.
– Me da gusto que hayan regresado - les digo mientras termino de fumarme mi cigarro y lo apago en mi lengua -. Había olvidado qué bien se sentía eso.
– Nos alegra volver a estar contigo, queride - responde Naamah mientras me da un beso y se pone de pie, me estira su mano y yo la tomo. Me levanta y nos ponemos a bailar, abrazades.
– Ditto – contesta Jezbeth, mientras me abraza por detrás siguiendo el baile de Naamah.
– ¡Qué linda velada! Ya quiero que lleguen los demás – exclamo mientras sonrío y comienzo a sentir un calor familiar recorriendo mi cuerpo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario